Historia del Oráculo de delfos
Situado en un gran recinto sagrado consagrado al dios Apolo, fue uno de los principales oráculos de la Antigua Grecia. Estaba ubicado en el valle del Pleisto, junto al monte Parnaso, cerca de la actual villa de Delfos, en Fócida (Grecia), a 700 m sobre el nivel del mar y a 9,5 km de distancia del golfo de Corinto.
De las rocas de la montaña brotaban varios manantiales que formaban distintas fuentes. Una de las fuentes más conocidas y más antiguas era la fuente Castalia, rodeada de un bosque de laureles consagrados a este mismo dios. Hay diversas propuestas acerca del origen del topónimo de Delfos.
Una de ellas propone que viene de Delfino (Δελφινης) que era el nombre del dragón mitológico que custodiaba el oráculo antes de la llegada de Apolo.
Templo de Delfos
También se ha escrito que su origen parte de un mito según el cual Apolo se convirtió en delfín para atraer a un barco cretense, del que quería utilizar a la gente como sacerdotes; los cretenses desembarcaron y fundaron Crisa y se les encargó ser sacerdotes del templo y que adorasen al dios bajo el nombre de "Apolo Delfinio" para rememorar su conversión en delfín. Al templo de Apolo se le llamó igualmente Delfinion (Δελφίνιoν).
Recinto del Santuario
La descripción bastante exacta de cómo fue el recinto sagrado se conoce gracias a las informaciones de Pausanias en el siglo II y a la confirmación de esos escritos hecha por las excavaciones arqueológicas. Una cerca sagrada llamada períbola rodeaba todo el enclave del santuario.
En la esquina sureste del recinto comenzaba la vía sacra que iba subiendo montaña arriba, serpenteando y pasando por delante de pequeñas edificaciones llamadas tesoros y de diversos monumentos, hasta llegar al templo del oráculo, templo de Apolo y continuando hasta el estadio en lo más alto. El peregrino accedía por la puerta principal de esta vía sagrada. En el valle pueden verse cientos de olivos plantados, cuya extensión llega hasta el golfo de Corinto.
Los llamados tesoros (gr. θεσαυρυς, pronúnciase "tesaurus") eran pequeñas capillas donde se guardaban los exvotos y las donaciones que frecuentemente eran muy ricas y valiosas. En la terraza que se extendía delante del templo de Apolo estaba situado el altar de los sacrificios. Al aire libre y salpicadas por todo el recinto se hallaban las estatuas de mármol o de bronce, regalos de reyes o de ciudades, en agradecimiento a los servicios prestados por el oráculo.
Plano del santuario de Apolo Pitio
Procesión sagrada en Delfos
Los atenienses realizaban en Delfos una procesión anual, la Pitaida, para conmemorar la caída de un rayo en el monte Parnaso. Abajo, crátera con procesión. 430 a.C. "Layo, suplicas una próspera descendencia. Te daré el hijo que deseas, pero está decretado que dejes la vida a sus manos". Así profetizó el oráculo de Delfos al padre de Edipo; el oráculo también advirtió a Edipo de que mataría a su padre y se casaría con su propia madre. Fueron vanos los intentos de padre e hijo por evitar que tales predicciones se cumplieran: Edipo mató a un hombre y se casó con su viuda, sin saber que se trataba de sus progenitores; al conocer lo que había hecho, se sacó los ojos.
En Delfos, lugar que los griegos consideraban el ombligo de la tierra, existía un templo del dios Apolo ya en el siglo VIII a.C., y desde entonces se estableció una red de peregrinaje que unía toda Grecia con ese lugar. Lo habitual era que las ciudades o polis enviasen delegaciones sagradas (theoría) que debían transmitir al oráculo preguntas sobre los asuntos públicos. Junto a los comisionados oficiales viajaban consultantes privados, cuyas preguntas debían de diferir, lógicamente, de las que formulaba la ciudad: seguramente se referían a la conveniencia de un matrimonio, a los hijos, a los riesgos de negocios y viajes.
En este video podrás ver una breve descripción sobre que era y qué significó para la mitología el Oráculo de Delfos
Visita al Oráculo
En esencia, el proceso siempre era el mismo. Cada peregrino debía purificarse, pagar una tarifa y ofrecer un sacrificio a Apolo. Si se le consideraba digno, un sacerdote le citaba y tomaba nota de su pregunta días antes del encuentro con la pitia, la verdadera protagonista del rito. El orden de consulta se establecía por sorteo, aunque determinados benefactores del templo tenían derecho a saltarse la cola.
Durante la espera se aconsejaba guardar una actitud reflexiva y respetuosa. Para ayudar a los viajeros en sus meditaciones, los muros estaban cubiertos de inscripciones atribuidas a los Siete Sabios de Grecia, desde la célebre “conócete a ti mismo” hasta recomendaciones tan prácticas como “no desees lo imposible” o “todo con moderación”.
Por su parte, la sacerdotisa bebía de las aguas de la fuente Castalia, quemaba hojas de laurel, el árbol sagrado de Apolo, se sentaba sobre un trípode, recibía a los caminantes y escuchaba su pregunta. Según unas versiones, la pitia entraba en trance y murmuraba incoherencias que los sacerdotes varones se ocupaban de traducir. Otras fuentes aseguran que la sacerdotisa hablaba con calma y sensatez. Aunque sagrado, su papel era únicamente de mediadora. Sus palabras expresaban la voluntad del dios y pocas veces se ponían por escrito. Por eso resulta difícil probar la autenticidad de los oráculos que nos han llegado.
Maqueta del Santuario de Delfos en el Museo Arqueológico de Delfos
Restos del Templo de Apolo
La experiencia fue cambiando con los años. Inicialmente, solo se atendía al público el día siete de cada mes, desde la primavera hasta el otoño. A medida que creció la demanda y los peregrinos empezaron a colapsar el recinto, los augurios se hicieron cada vez más frecuentes. En la época de máximo auge, dos pitonisas atendían simultáneamente a los visitantes, mientras una tercera esperaba su turno. Otros detalles también cambiaron con el tiempo. Las primeras predicciones se hacían en versos hexámetros; más tarde se adoptó la prosa, mucho más práctica. Al principio, la pitia, también llamada sibila, era una muchacha virgen, que hacía voto de castidad y se comprometía a pasar su vida en el templo. El sistema funcionó hasta que un viajero violó a una de las jóvenes. Desde entonces se adoptó la precaución de escoger a mujeres mayores, ya casadas, que sin embargo vestían como doncellas.
Recibimos una nueva entrega de los Viajes de Aspasia, en la que viajaremos de la mano de Mariajo Noain al Oráculo de Delfos, el auténtico centro del mundo heleno y un cuyo seno la pitia ofrecía sus visiones a quien lo requería –y pagaba claro- como intermediaria con el mismísimo dios Apolo.
Fuente: El Oráculo de Delfos, en "Los Viajes de Aspasia"- Ivoox