Los mitos morales son aquellos en los que se representa la lucha del bien contra el mal o de dioses contra demonios. Buscan ofrecer una enseñanza o lección de carácter moral sobre aspectos de la vida cotidiana de la gente. Una de sus principales características es el maniqueísmo o dualidad de su contenido. Es decir: bueno y malo, correcto e incorrecto, el bien y el mal, sagrado y profano, etc. Además, son relatos dramáticos que apelan a lo sagrado, porque están basados en enseñanzas religiosas literales o deformadas.
El mito moral se vale de la magia y utiliza sus símbolos para dar explicaciones a los hechos naturales o sobrenaturales que narra.
En estos relatos suelen intervenir dioses, demonios o monstruos y todo tipo de personajes sobrenaturales. No obstante, en los mitos modernos también intervienen otros personajes comunes y tratan sobre sucesos o temas cotidianos. El origen de los mitos morales también tuvo lugar en Grecia.
A lo largo de la historia aparecen en todas las sociedades, culturas y religiones. Esto se debe justamente a su característica educativa o formativa, así como a su contenido explicativo sobre el bien y el mal el cual, por cierto, varía entre una sociedad y otra. Los mitos morales son considerados entre los más importantes que existen. Actualmente, son vistos como creaciones de la mente humana y manifestaciones culturales o sociales.
Representación del mal y el bien
La caverna de Platón
El mito de la caverna de Platón es un ejemplo de mito moral. Este es una analogía sobre la realidad del conocimiento humano. Fue creado por el filósofo griego Platón para exponer en sentido figurativo cómo la vida encadena a las personas mirando hacia la pared de una cueva. Esto ocurre desde el momento mismo del nacimiento hasta la muerte.
Mito de la caverna de Platón (grabado de Jan Saenredam, 1604)
A través de este símil, Platón enseña que las sombras que vemos reflejadas en la pared son nuestra vida y la realidad del mundo. También utiliza esta figura para explicar cómo y para qué él mismo enseñaba y transmitía sus conocimientos, con el objeto de “liberar” a la gente de las “ataduras de la realidad de la caverna”.
La gente suele estar cómoda en medio de su ignorancia y se torna violenta hacia quienes intentan hacérsela ver. Así, la labor de enseñar a la gente a autogobernarse se torna más difícil. Se considera la más célebre alegoría de la historia de la filosofía junto con la del carro alado. Su importancia se debe tanto a la utilidad de la narración para explicar los aspectos más importantes del pensamiento platónico como a la riqueza de sus sugerencias filosóficas.
La caja de Pandora
La caja de Pandora es un mítico recipiente de la mitología griega, tomado de la historia de Pandora, la primera mujer, creada por Hefesto por orden de Zeus, que contenía todos los males del mundo La historia cuenta que Zeus, deseoso de vengarse de Prometeo por haber robado el fuego y dárselo a los humanos, presentó al hermano de este, Epimeteo, una mujer llamada Pandora, la cual brillaba por su amabilidad, belleza y honor, con quien este se casó.
Como regalo de bodas, Pandora recibió un misterioso pithos —una tinaja ovalada, aunque actualmente sea citada y aceptada como una caja— con instrucciones de no abrirlo bajo ningún concepto. Los dioses habían otorgado a Pandora una gran curiosidad, por lo que decidió abrir la tinaja para ver qué había dentro.
Al abrirlo, escaparon de su interior todos los males del mundo. Cuando atinó a cerrarla, solo quedaba en el fondo Elpis, el espíritu de la esperanza, el único bien que los dioses habían metido en ella. De esta historia surgió la expresión «La esperanza es lo último que se pierde». Hoy en día, «abrir una caja de Pandora» significa hacer una acción en apariencia pequeña o inofensiva, pero que puede traer consecuencias catastróficas.
Pandora abriendo la caja en una interpretación moderna
El mito de Níobe
Níobe era hija de Tántalo y de Dione, además de esposa de Anfión, rey de Tebas con el que tuvo siete hijos y siete hijas. Tenía un carácter orgulloso y poco razonable, aunque adoraba a su marido, que con la ayuda de su maestría tocando la flauta consiguió que las piedras de la muralla de la ciudad encajasen solas. Pero Níobe se sentía tan orgullosa de sí misma y sobre todo de su fertilidad que llegó a considerar que era ridículo que a la diosa Leto se la adorase en la ciudad, ya que ella era hija de Tántalo, que había conseguido nada menos que el honor de compartir mesa con los dioses.
Su propia madre era la hermana de las Pléyades e incluso era hija de Atlas, siendo su propio padre hijo del gran dios Zeus. Consideraba que su belleza era insuperable y además tenía 14 hijos, mientras Leto sólo había tenido dos: Apolo y Artemisa. Por último, aun perdiendo una parte de su riqueza, siempre sería más rica que su rival. Todas esas consideraciones la decidieron a prohibir que sus posesiones fuesen objeto de sacrificio en honor de la diosa.
Tanto orgullo provocó que su caída fuese estrepitosa. Leto se sintió profundamente insultada al no recibir el culto debido e invocó a su hijo Apolo, pues lo que más le dolía era la referencia a su fertilidad, y le pidió que acabase con los hijos de Níobe.
Así, acudió a Tebas y Apolo mató a todos los varones. Su propio padre Anfión no pudo soportar tanto castigo y se quitó la vida.Níobe lloró a sus hijos pero fue tan altiva como para recordarle a Leto que aún tenía más hijos que ella. Artemisa hizo con las hijas de Níobe lo mismo que había hecho su hermano con los hijos.
Níobe intentando proteger a sus hijos de Artemisa y Apolo (Jacques-Louis David, 1772)